Asfixia

Una esperpéntica pesadilla asalta la Ágata días antes de su treinta y cuatro aniversario: un oscuros seres de cabeza de cerdo y cuerpo humano agitan su sueño y los cimientos de su vida. Esta pesadilla no es otra cosa que el resorte que desencadena una crisis existencial en esta mujer acostumbrada a cumplir las expectativas ajenas. Ansiosa por hacer algún cambio en su rutinaria realidad con su rutinario marido, y motivada por el asco que las criaturas de su sueño le inspiran, Ágata decide dejar de comer carne.  Esta pequeña decisión individual, que no tendría por que ser puesta en cuestión por nadie, es ferozmente combatida por su entorno, concretamente por su suegra, Silvia, que personifica a la lucha de la sociedad contra el individuo. Veremos como, en un contexto familiar tan rígido como lo de Ágata, esa pequeña decisión individual, aparentemente tan minúscula e inofensiva, generará un inexorable efecto dominó sobre el resto de los personajes, asomando la cada uno de ellos a su particular abismo. 

Esta es la trama principal de Asfixia, de José Luis Baños de Con los. Una dramaturgia que se apoya sobre los siguientes ejes conceptuales, asentados en varias dualidades que entran en conflicto: el individuo frente a masa, el inconformismo contra el conformismo, el diferente contra la homogeneidad y la permanencia frente a ausencia.

Cuatro personajes, cuatro entes narradores, una manada de cerdos y cuatro intérpretes en escena. Tres ejes espacio-temporales y tres historias que se entrecruzan. Esos son los ingredientes principales de Asfixia.